TRISTEZAS POR LA MUERTE DE UN POETA. Por Vicente Zito Lema

TRISTEZAS POR LA MUERTE DE UN POETA
Por Vicente Zito Lema

In memoriam de Jacobo Fijman

Es abril y llueve desciendes bóveda del suplicio
en la ciudad
Mientras recuerdo a un viejo amigo con el letrero
de loco
La marca de la infamia en su cabeza pelada
Y en los ojos hierba de miseria
Durante 30 años lo habían recluido en una jaula
Expuesto a la curiosidad
Como a una bestia negra de aliento de fuego y de
veneno
Y a cambio del sufrimiento nos dio la poesía
Hablando con Dios
Y repartiendo a manos llenas las flores del saber
Que llevaba en su alma en una cajita de música
Junto al sol los evangelios y peces de cristal
azules y verdes
No fui a visitar su tumba
A pesar de andar toda la tarde con la tristeza de
su muerte
Pero me senté en un parque y leí lentamente uno
de sus libros
Y cuando volví a la vida algo en mí debe haber
cambiado
Tendría aspecto de león o de homicida o de un
descabezado que echaba por el cuello
señales de humo
Porque el policía me paró me pidió documentos me
interrogó con ferocidad y quiso llevarme
detenido
Yo le conté de mi amigo el poeta
Y él se alejó
Quizás conmovido o quizás asustado
Todo fue una pequeña molestia
Un relámpago en el río
Pero se abrieron de par en par las puertas del
dolor
Y sin saber el motivo ni la secreta necesidad
Soñé con un tren detenido en el medio de la selva
Que ya nunca podría partir
Con los monos asomándose por las ventanillas
Con plantas trepadoras en la chimenea y ciénagas
en las ruedas
Y grandes bandadas de loros y de mariposas
cubriendo los asientos del vagón
Y mi amigo el poeta extendiendo hacia nosotros
sus manos ensangrentadas
Desnudo y tembloroso y un turbante ceñido en
la cabeza
Apenas disimulando el profundo tajo del cuchillo
La fijeza sin fin de su mirada
Y me sentí muy mal
Mi estómago a punto de estallar
Y corrí hasta un café cercano a la estación de
Retiro
Donde se reúnen los poetas y pintores
Que estaban como siempre con whiskys y con drogas
Buscando el elefante blanco la paz oriental el
gran buda hinchado para felicidad de los
cielos
O una pareja para pasar la noche que se aparecía
nueva
Recién descubierta por un explorador con yelmo de acero
pulcro y sonriente
Y les empecé a hablar
Con mi monótono acento de jesuita
Con la desesperación pesada del hombre que en
medio de la guerra
aun cree en la poesía
Les dije que en la ciudad el viento cada vez más
huele a podredumbre
a cadáver insepulto
Y que mi amigo el poeta había comprendido que su
dolor era necesario
Para la simple perfección de las manzanas
Para que no se detengan los flujos y reflujos
de las aguas
Y cada hombre finalmente encuentre
la luz sin clausura de su ventana
Ellos me contestaron muy bien
Que me fuera a joder a otra parte con mis letanías
O que me montara una negra
Pero esa noche no estaba para negras
Sólo podía recordar a mi amigo el poeta y a sus
viajes por la selva y a su violín roto
y a sus pantalones atados con una soga
desafiando con soberbia a los verdugos
Perdido ahora en el centro de la tierra
Sin que nadie supiera su lugar
Desconocido y lejano como una florcita que se
está por descubrir
Pero que brilla en las sombras
Y brillará brillará
Mientras algún hombre tenga conciencia
Que la poesía es también un arma
entre los cuerpos en lucha
Y el grito de un torturado
Siga desafiando el universo.

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